El padre de Lucas trabajó en un circo.
Viajó de pueblo en pueblo para hacer espectáculos.
Con ese dinero, la familia vivió de manera sencilla.
El padre quiso que su hijo fuera a la escuela, porque Lucas era su único hijo.
Pero en la escuela, a Lucas no le gustó estudiar.
Quiso ir con su padre al circo.
Empezó a aprender los números del circo, pero después de tres meses, no logró nada.
Su amigo Tomás trató de animarlo.
Lucas decía muchas veces:
«No soy bueno en la escuela ni en el circo.»
Un día, Tomás llegó con su bicicleta.
Propuso a Lucas dar un paseo por una colina.
Tomás montó muy bien, mantuvo el equilibrio perfectamente.
Lucas estaba impresionado y un poco asustado.
Cuando regresaron, Lucas dijo:
«¡Has mantenido muy bien el equilibrio en la bicicleta!»
Tomás se rió y dijo:
«¿Ves, amigo mío? Todo en la vida necesita equilibrio.
Cuando entrenas en el circo, trabajas demasiado.
Olvidas comer, dormir, y te enfermas.
Después tienes que empezar de nuevo.»
Lucas entendió.
Agradeció a su amigo y empezó a entrenar con calma, un poco cada día.
Unas semanas después, hizo los números muy bien.
La gente grabó sus espectáculos.
Un video se hizo muy popular en Internet.
Se hizo famoso y ganó mucho dinero.
Con ese dinero, volvió a estudiar y siguió trabajando en el circo.
Aprendió a mantener el equilibrio entre el trabajo y los estudios.
Así, realizó el sueño de sus padres.